La mayoría los he repartido entre varios amigos y familiares a los que les gusta hacer en casa carne de membrillo.
Con el resto, he hecho carne de membrillo. Aunque debería decir Crema de Membrillo, porque me gusta que quede menos sólida, para poderla untar. Es más fácil de tomar, pero también mucho más peligroso... Cuando una se da cuenta, ya lleva más de medio tarro comido....
Bueno, os cuento como lo he hecho, y os pongo también unas fotitos...
De toda la vida, la proporción para hacer carne de membrillo es kilo de azúcar por kilo de membrillo limpio (es decir, cocido, pelado y sin hueso).
A mi me gusta un poquito menos dulce. Esta vez los membrillos pesaban 850 gr. y he utilizado 650 gr. de azúcar.
Por otro lado, el azúcar puede ser blanco o moreno. Yo he utilizado esta última, que es la que utilizo habitualmente. Eso sí, le deja un color un poco más oscuro.
Antes de nada, hay que lavarlos muy bien, ya que vienen recubiertos de una pelusilla. Se pueden cocer pelados o con piel. Yo esta vez lo he hecho con piel. Quedan muy fáciles de pelar. Así que insisto bastante en que la piel esté bien limpia antes de ponerlos a hervir. Para ver cuándo están terminados, hay que intentar pinchar alguno con un tenedor de madera. Si la carne se pincha bien, es que están listos.
Escurrirlos y esperad a que se enfríen para quitarles la piel...
No tiréis el caldo de cocción... Esperad un ratito y ahora os digo por qué....
Ahora, limpios de polvo y paja, o mejor dicho, de piel y hueso, hay que triturarlos mediante el pasapuré. Como lo que yo busco es una textura más cremosa, he utilizado la minipimer...
Y, a continuación, a la olla, con el azúcar.
Y ahora comienza un estupendo ejercicio de paciencia....
Hay que remover y remover, estando pendiente de que no se pegue. Y así, removiendo y removiendo, entre 2 y 3 horas...
Si os fijáis, el punto en el que está listo el dulce de membrillo, es cuando se separa bien de la pared de la cazuela (¿veis la foto?)
Si queréis hacerlo con textura sólida, es decir, la carne de membrillo, es el momento de introducirla en un recipiente y esperar a que se endurezca para cortarla en porciones.
En el caso de la crema, es el momento de añadir el caldo de cocción (aaahhhh!!!), poco a poco, y seguir removiendo hasta que se consiga la textura deseada...
Con el resto del caldo, se puede hacer Licor de Membrillo, más peligroso todavía que la crema, porque está muy dulce y parece que una no está tomando alcohol.... Pero bueno, el licor lo dejamos para otro día.
La crema me gusta envasarla al vacío en tarros de cristal, porque espero que me dure bastante, pero si tenéis previsto consumirla pronto, vale un Tupper.
Ojo, que el embudo puede ser traicionero... Si sale la crema muy espesa, se queda toda dentro y no baja. Pero vamos, que con la cuchara de madera de toda la vida no hace falta embudo...
Y también dejo alguna para regalar, ¿eh? Que no me la voy a comer yo toda. Eso sí, los tarros que son para regalo, los preparo un poquito más monos....
Ya sólo queda que os animéis a hacerlo... Porque yo, este finde, lo voy a poner con un poco de queso curado. Me encanta la mezcla del sabor fuerte del queso con el dulce del membrillo...
Y mucho cuidado al hacerlo, que ya sabéis que el azúcar a estas temperaturas está muy calentito....
¡¡Besitos!!
¡¡Besitos!!
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